En su gran día Ana prestó mucha atención a los estilismos, desde el batín de Oscar de la Renta que utilizó mientras se areglaba, al diseño de la boda, inspirado en los ’70 e ideado por ella misma con falda abullonada y cuerpo de jacquard, canesú y volante de topos decorado con flores de seda aplicadas que tiñó y bordó ella misma y que confeccionó la diseñadora Pilar Blande de Vigo.
Como complementos llevó zapatos de Custom and chic, calcetines de plumeti, velo estilo Blusher de Twigs & Honey, y guantes de crochet de hilo de seda..
Igualmente para el baile llevó un segundo vestido de crochet de Adolfo Domínguez, sandalias de Le Roi de Pigalle y diadema confeccionada por ella misma.
Daniel lucía como un auténtico gentleman con traje cruzado de cuadros gales, de lino y lana.de Hackett y que la pareja compró en Regent Street de Londres junto con zapatos de Joseph Cheaney & sons, camisa de Charles Tyrwhitt, pajarita de Country Club Prep, reloj de bolsillo de Lotus. Como joyas llevó unos gemelos vintage de nácar y un sello de oro rosa que perteneció al abuelo de la novia.
La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de San Juan Bautista de Santeles, decorada con moqueta de color beige y composiciones florales de hortensias, peonías, rosas de pitiminí y astilbes colgando de las lámparas de araña.
Tras la ceremonia novios e invitados se dirigieron a A Quinta da Auga, en Santiago de Compostela, una antigua fábrica de papel a orillas del río Sar. Un espacio espectacular en el que los novios se implicaron en la decoración tanto de la candy bar, la zona chill out, y un photocall con fondo de flores.
El baile, su gran pasión, fue otro invitado más al banquete y tuvo varios momentos de protagonismo tanto por parte de los novios, que con ayuda de sus amigos sorprendieron a los invitados con un baile al estilo Bollywood como por los invitados que sorprendieron a la pareja con un flashmob en el que incluso participaron los padres de los novios.
Tras el cambio de vestido de Ana los novios bailaron una rumba-bolero de Chayanne, para luego dar paso a la fiesta en la que no faltó la música de los 50′ y 60′, rumba catalana, merengue salsa y pop actual que hicieron bailar a toda una generación de primos treintañeros y a media escuela de baile asistente a la boda.
El fin de fiesta perfecto llegó con la última canción, Dance Again, que habla de bailar y amar, el colofón a un magnífico día que Perfect Day se encargó de plasmar y que los novios recuerdan todavía con muchísimo cariño
‘Trabajamos muchísimo pero valió la pena enormemente. Planteamos la boda como una fiesta para celebrar nuestro amor con los invitados y ellos nos respondieron con un montón de detalles inolvidables. Un día precioso que nos dejó mucho tiempo sin palabras.’